Hace cuatro años Joey Zwillinger era un ejecutivo que ganaba mucho dinero trabajando en una exitosa empresa biotecnológica en Estados Unidos.
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Hasta que un día decidió dejar su trabajo para crear una startup de zapatillas de lana, dejando a sus amigos y familiares con la boca abierta.
"Naturalmente dijeron que era bastante estúpido", cuenta Zwillinger. Y esa fue una de las reacciones más educadas.
¿Por qué a alguien se le ocurriría entrar en una industria donde empresas como Nike y Adidas invierten millonarios presupuestos en campañas de marketing y crean miles de diseños cada año?