«Es impresionante y hermosa. Y trabajar en ella es aterrador».
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Bienvenidos a la isla Bouvet, una pequeña roca volcánica cubierta por glaciares en el Atlántico Sur.
Este territorio está a miles de kilómetros de la civilización, y muy pocas personas han pisado jamás su superficie helada o sus altos acantilados.
El clima tampoco ayuda. Debido a su posición en medio del océano, la isla está totalmente expuesta a cualquier deterioro en las condiciones climáticas.
No sorprende entonces que los navegantes llamen a Bouvet la isla más remota del mundo, o que numerosos escritores la mencionen en sus obras de ciencia ficción.
Pero este sitio atrae cada vez más el interés científico por lo que podría revelar sobre el clima pasado de la Antártica.
Isla Bouvet
- Se encuentra en el Atlántico Sur, unos 1600 km al norte de la Antártica y 2500 km al suroeste del cabo de Buena Esperanza en Sudáfrica
- Es un territorio dependiente de Noruega
- Fue avistada por primera vez en 1739 por una expedición cuyo capitán era el francés Jean Baptiste Charles Bouvet de Lozier (1705-86)
Vientos
Bouvet se encuentra en una localización única, expuesta a los vientos del oeste, que circulan de oeste a este en el continente helado.
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Y esos vientos son cruciales para comprender los cambios recientes en la Antártica.
Son los vientos los que impulsan, por ejemplo, el ascenso de aguas calientes o surgencia desde la profundidad del oceáno.
Esas aguas calientan la base de los glaciares en un proceso que contribuye al derretimiento de estas masas heladas y al incremento del nivel del mar.
«Sabemos debido a observaciones recientes que estos vientos han venido fortaleciéndose. Pero estos registros sólo tienen 30 o 40 años», señaló Liz Thomas, investigadora del Instituto Antártico Británico, British Antarctic Survey o BAS.
«Queremos determinar si este fortalecimiento es parte de una variabilidad natural. O si se trata de algo inusual, un indicio del impacto humano en el clima».
Cilindro de hielo
Thomas y sus colegas llegaron recientemente en helicóptero a Bouvet, la única forma de alcanzar la isla, para perforar la superficie y extraer un cilindro de hielo.
La nieve compactada en distintos niveles de esa muestra es un registro histórico de los vientos.
Cuanto más fuertes y veloces fueron los vientos, más nieve se incorporó a ese gran depósito de hielo.
Pero también hay otros marcadores.
Los diátomos son diminutas algas que viven en la superficie de los océanos y se depositan con el viento sobre la la isla.
Cuanto más concentrada sea la presencia de estas algas en los cilindros de hielo, más fuertes habrán sido los vientos que las depositaron.
Los científicos quieren determinar además cuán lejos llegó el hielo desde la Antártica que en años recientes alcanzó Bouvet.
Proliferación de algas
Amy King, estudiante de doctorado, también examina la muestra en busca de compuestos orgánicos que llegaron con el viento a la superficie de la isla y dan indicios sobre el hielo marino.
Estos compuestos químicos están asociados a las algas, que proliferan en el océano cuando retrocede el hielo marino y el agua está expuesta otra vez a la luz solar.
«Cuanto más hielo marino se observe en el invierno, mayor será este fenómeno de la proliferación de algas. Cuando el hielo se derrite en la primavera hay un área más grande para el crecimiento del fitoplancton», explicó King.
«Cuanto más fitoplancton, más compuestos de ácidos grasos y ácido metanosulfónico en la muestra de hielo. Si vemos más compuestos de ese tipo, significa que hubo más hielo marino ese año».
«Sólo estuvimos algunas horas»
Thomas presentó algunos resultados de la investigación en el encuentro de la Unión Estadounidense de Geofísica, American Geophysical Union o AGU, que tuvo lugar este mes en Washington y es el mayor encuentro anual de expertos en ciencias de la Tierra y el espacio.
El cilindro de 14 metros de longitud de hielo de Bouvet sólo contiene un registro del viento y las condiciones del hielo marino desde 2001.
Pero los investigadores están convencidos de que lograrán extraer cilindros más profundos en una futura visita a la isla.
«Sólo estuvimos en Bouvet durante algunas horas. Podemos trabajar allí solamente cuando el clima lo permite y debimos partir rápidamente cuando las nubes se cerraron», señaló Thomas.
«Pero definitivamente creo que es posible volver y perforar una muestra muy profunda que represente cientos o miles de años de variabilidad climática«.
Además del Instituto Antártico Británico, participan en el estudio de la isla Bouvet las universidad de Maine en Estados Unidos, y de Copenhague en Dinamarca.
La iniciativa es parte de la Expedición Antártica Circumpolar liderada por el Instituto de Investigaciones Polares de Suiza.
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