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“Soy una virgen consagrada”: la vida de las mujeres que deciden casarse con Cristo (pero no son monjas)

Jessica Hayes es una de las 4.000 mujeres en el mundo que deciden vivir una vida de castidad eterna de forma voluntaria. Pero no son hermanas religiosas, sino “novias de Jesucristo”. Así es su vida.

Jessica Hayes consiguió un vestido de novia, un velo y un anillo.

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Pero cuando estaba en el altar frente al obispo y en una solemne ceremonia religiosa, a su lado no había ningún novio.

Ella se iba a casar con Jesucristo.

Hayes, de 41 años, es una virgen consagrada, una vocación adoptada por algunas mujeres dentro de la Iglesia Católica que desean entregarse como novias a Dios.

Durante la ceremonia de consagración, la candidata, que lleva un vestido blanco parecido al de una novia, hace votos de castidad de por vida y promete que nunca mantendrá relaciones sexuales o románticas.

Las religiosas que deciden dar este paso, también llevan un anillo de bodas, símbolo de estar místicamente comprometidas con Cristo.

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"A menudo me preguntan: ‘¿está casada?", dice Hayes. "Por lo general les doy una breve explicación de que soy algo parecido a una hermana religiosa, con un compromiso total con Cristo, pero que vivo en el mundo exterior".

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