Las sanciones van contra Venezuela, pero duelen también en Wall Street.
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El presidente estadunidense, Donald Trump, ha ordenado varias rondas de medidas con las que busca incrementar la presión sobre Nicolás Maduro y provocar un cambio político en el país sudamericano.
Es una herramienta de presión diplomática que Washington suele utilizar. Lo hizo contra la Cuba castrista o la Corea del Norte de Kim Jong-un, a cuyos gobernantes, como hace ahora con Maduro, acusaba de violaciones de los derechos humanos y de no respetar las reglas de la democracia.
Para Maduro son la prueba de "una guerra económica" contra Venezuela impulsada contra el pueblo venezolano por el "imperialismo estadounidense".
Las sanciones restringen actividades económicas estratégicas y castigan a Maduro y otros dirigentes chavistas.
Sus críticos aseguran que solo generan sufrimiento a la población afectada.
La gran banca y los fondos de inversión estadounidenses están también entre los perjudicados esta vez.
Sumida en un grave deterioro económico reconocido por distintas organizaciones internacionales, Venezuela empezó en noviembre de 2017 a dejar de pagar algunos de sus bonos, lo que ha llevado a algunas agencias calificadores como Standard & Poor’s a hablar de default (incumplimiento de pagos) selectivo.