Ninguna de las dos fue psicóloga, pero juntas crearon uno de los clasificadores de personalidad más famosos del mundo.
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En base a las ideas del psiquiatra suizo Carl Jung, Katharine Briggs (1875-1968) y su única hija, Isabel Myers (1897-1980), dieron origen al Indicador de Personalidad Myers-Briggs (MBTI, por sus siglas en inglés), un test que hoy toman alrededor de dos millones de personas al año.
Lo realizan pese a que "durante algún tiempo se ha sabido que el indicador no es científicamente válido, que la teoría no tiene base en la psicología clínica", sostiene Merve Emre en su libro "The Personality Brokers", publicado en 2018, que recoge la historia de Briggs y Myers y del nacimiento de la evaluación de la personalidad.
"Es el producto bandera de una corporación global, una cuyos intereses caen en los límites borrosos de la psicología industrial y el cuidado personal", añade Emre.
Además, los críticos sostienen que muchas personas que se someten al indicador, obtienen resultados distintos en distintas ocasiones.
El Servicio de Evaluación Educativa (ETS por sus siglas en inglés), una organización certificada de evaluaciones educativas en EE.UU., dejó de usar el MBTI en los años 70 debido a que sus investigadores consideraron que no era científico.
Entonces, ¿por qué es tan exitoso?
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Laboratorio cósmico
El fenómeno popular del "autoconocimiento" empezó en el hogar de Briggs, en Michigan, Estados Unidos, hacia el final del siglo XIX, cuenta Emre.
Briggs siempre había tenido intereses intelectuales. De hecho, ingresó a la universidad a los 14 años y se graduó en primer puesto.
Pero como era la costumbre en la época, su entorno esperaba que se casara, tuviera hijos y fuera ama de casa.
Cumplió con estos roles, pero no se conformó con ellos.
Poco tiempo después de convertirse en mamá, creó un "laboratorio cósmico de entrenamiento de bebés" en su mismo domicilio, como un intento de "profesionalizar" o darle un giro científico a la crianza de su pequeña, Isabel, y asegurarse de que creciera como persona de bien.
En su laboratorio, Briggs conducía "pequeños experimentos" con Isabel y anotaba los resultados en el "Diario de una madre sobre obediencia y curiosidad".
Briggs solía llamar la atención de su hija con objetos atractivos pero peligrosos, como una llama de fuego, y la golpeaba cuando trataba de acercarse al mismo, para inculcarle obediencia y curiosidad al mismo tiempo, pese a que sonaba contradictorio.
Obsesionada con Jung
En 1923, Briggs descubrió el libro "Tipos psicológicos" de Carl Jung, y se obsesionó con sus ideas, e incluso llegó a mantener correspondencia con él.