Eran las 12:30 de la madrugada en Mar del Plata y los familiares del Ara San Juan estaban reunidos en el lobby de un hotel. Habían escuchado rumores.
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"Ya había salido algo en los medios, pero luego el jefe de la base (naval) vino y nos dijo que oficialmente lo daban por encontrado".
Lo cuenta Jorge Villareal, padre de Fernando, jefe de operaciones del submarino cuya desaparición consternó al mundo hace 367 días.
Los familiares de los 44 tripulantes se encontraban en Mar del Plata, sede de la base naval donde se organizaron los operativos, porque el jueves 15 hicieron parte de homenaje, con presencia del presidente, Mauricio Macri, a "los héroes" por el aniversario de la desaparición.
Villareal planeaba viajar este sábado de vuelta a su casa, en el sur del país, pero los rumores aplazaron su viaje, y ahora todos sus planes cambiaron.
Cuando habla con BBC Mundo, se despide porque debe desayunar y entrar a una reunión con las autoridades, que les dirán qué se sabe del submarino.
Jorge es exmarino, entiende el mar, y sabe que "está difícil que lo saquen, es medio difícil", porque según informaron desde la Armada el submarino fue encontrado a 800 metros de profundidad.
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"Pero esto nos deja en paz -añade- porque nos da un espacio, un lugar para encontrar respuestas".
Fernando Villareal tenía 38 años, se destacaba por ser un asiduo estudiante y marino y tiene una esposa y una hija de 3 años.
"La gran mayoría se puso a llorar"
El Ara San Juan desapareció luego de que hubo una explosión en el cuarto de baterías producida por una filtración de agua.
Desde entonces se usaron todo tipo de tecnologías en el inmenso reino marino hasta que un barco estadounidense lo encontró cuando ya muchos lo daban por descartado.
Se trata del Seabed Constructor, el barco civil más equipado del mundo, propiedad de la empresa Ocean Infinity.
La pregunta ahora es qué pueden hacer los especialistas con un submarino que está a oscuras, en la profundidad.
"Muchos (familiares) quieren que lo saquen -dice Villareal-, algunos hasta querían encontrarlos con vida, no querían aceptar".
En el momento del anuncio, añade, "la gran mayoría se puso a llorar, otros se descompusieron, otros entraron en una crisis de nervios".
"Somos personas y somos diferentes y cada quien tiene sus creencias y acepta las cosas como puede".
"Pero nosotros -concluye- ya habíamos hecho el duelo".
La mayor preocupación de los familiares ha sido siempre que no se sepa qué pasó y que no haya responsables.
Han protestado, se han encadenado frente a la casa presidencial en Buenos Aires. Muchos creen que el gobierno no hizo lo necesario, dio los mensajes mal, falló ante sus demandas. Algunos incluso sospechan del hallazgo justo un año después.
Pero ahora todo cambia. Los familiares, dice Villareal, esperan que la justicia tenga en cuenta los hallazgos para resolver la causa y "encontrar culpables".
"Nosotros creemos que había fallas en el submarino evidentes antes de que saliera, y eso tiene que ser investigado".
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