"¿Qué viene a hacer acá?", me preguntó bruscamente un soldado de guardia en la terminal de llegadas del aeropuerto de Hermosillo, la capital del estado mexicano de Sonora.
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Mi respuesta, que venía con tres colegas de la BBC a filmar allí un documental sobre la Primera Guerra Mundial, le debió sonar a mal chiste o a pésima excusa.
Al fin y al cabo, ¿qué tiene que ver esta región del norte de México con aquella guerra, peleada hace un siglo en las trincheras de Europa?
No me extrañó la desconfianza del militar ante mis intentos de explicación.
Casi todo el mundo sabe que este año se conmemora el 100 aniversario del fin de la Primera Guerra Mundial. Lo que es menos conocido en nuestra región es el papel crucial que jugó México en uno de los episodios definitivos del conflicto.
Nada menos que el que motivó la entrada de Estados Unidos en la guerra.
Una propuesta escandalosa
Todo comenzó con un telegrama.
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El 16 de enero de 1917, cuando la Primera Guerra Mundial se acercaba a su tercer año, la sede londinense de los servicios secretos británicos detecto una comunicación telegráfica cifrada.
En ella, el ministro alemán de Relaciones Exteriores, Arthur Zimmermann, le daba instrucciones a su embajador en México para presentarle a ese país una propuesta tan seductora como escandalosa.