Cuando tenía 12 años prefería ser James Bond.
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Pero un día vio en televisión a Carl Sagan y descubrió que la ciencia podía ser una misión apasionante.
Hoy, Andrés Gomberoff se dirige al público desde Youtube y otras plataformas, no como agente secreto sino como un físico empeñado en demostrar que la ciencia puede ser apta e interesante para todos.
"La frase ‘odiaba la física en el colegio o las matemáticas’ es bastante universal y es para mí tan universal como incomprensible", sentencia Gomberoff, destacado divulgador chileno, profesor de la Universidad Adolfo Ibáñez y miembro del Centro de Estudios Científicos.
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Algo falla en nuestro sistema educativo, según Gomberoff, pero también en la propia comunidad científica.
"Los científicos nos hemos transformado de alguna manera en sacerdotes o chamanes, con un narcisismo que le ha hecho mucho mal a toda esta disciplina", considera el científico.
En su libro "Física y Berenjenas: la belleza invisible del universo" (Aguilar, 2015), intenta derrumbar esos muros: hablar de una cerveza, de la sonrisa de una chica o de una película como Interestellar para explicar a todo tipo de público cuestiones tan complicadas como la mecánica cuántica.
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Se trata de un relato que inspira, basado en las columnas de opinión que publicó en la revista "Qué Pasa" y cuyo éxito le llevó a exportar parte de esas minihistorias a Youtube.
https://www.youtube.com/watch?v=pFFIug3bXCs
"Física y Berenjenas" llegó a estar en el puesto número 2 de bestsellers de no ficción en Chile, según el portal El Mostrador, y está siendo traducido al italiano; mientras "Einstein para perplejos" (Debate, 2017), otro libro que firmó junto al argentino José Edelstein y en el que ambos transmiten su pasión por el genio alemán, sigue vendiéndose en distintas partes del mundo.
Aquí recopilamos algunas de las reflexiones que Gomberoff nos dejó sobre divulgación científica, el cosmos o los tierraplanistas en la conversación que mantuvo con BBC Mundo a pocos días de su participación en el Hay Festival de Arequipa, del 8 al 11 de noviembre.
"Hay que mostrar el placer que se siente por la ciencia"
Para Gomberoff, hay varios responsables de que la ciencia no convenza a muchas personas: los programas de educación y la propia comunidad científica.
"Se trata de una reacción que nosotros mismos hemos generado por la forma que enseñamos ciencia y la comunicamos", escribe en su libro.
Es lo que él define como el "efecto berenjena": "a la mayoría no le gusta, pero no podemos culpar a la berenjena. Es claro que solo puede deberse a la ignorancia que existe de cómo cocinarla".
El profesor chileno considera que hay una crisis en el mundo académico, que lleva a los científicos a una "urgencia por publicar y los ránkings", sin incentivos para la divulgación.
No obstante, cree que esa divulgación no debería ser algo extra sino una práctica natural para cualquiera.
"Cuando uno está enamorado de algo, creo yo que siente una urgencia infinita por contarlo. Es como irte de viaje al lugar más exótico del mundo y llegar de vuelta a casa y no contarle a nadie. Esto no puede ser. Es extraño".
La divulgación científica por la que Gomberoff aboga, no obstante, enfrenta obstáculos, muchos de ellos desde el propio sector.
"Hay muchos científicos que sienten a veces que esta comunicación social de la ciencia es una mentira, porque de verdad uno no puede ser suficientemente riguroso. Yo discrepo totalmente de esa visión, porque creo que las grandes ideas son eso: son grandes ideas que existieron antes de la formulación rigurosa de ellas".
El profesor chileno reconoce no tener la clave para conquistar al público, pero insiste en la fuerza de la pasión.
"Hay algo como de pornografía en la forma real de educar. No hay una persona que te está enseñando, hay una persona que te está mostrando el placer infinito que siente por algo que tú no conoces. Pero es tanto el placer que tú quieres también poder tenerlo".
"No creo que ningún joven, o muy pocos, a los 15 años, quieran parecerse a Einstein"
La gran inspiración de Gomberoff fue Carl Sagan, uno de los divulgadores más importantes de la historia de la ciencia.
"Recuerdo que, cuando era un niño, salió la serie Cosmos de Carl Sagan, fue muy impactante. Una de las cosas que era fundamental y distinto a lo que había visto era que era protagonizada por un ser humano que no era extraño, que no era viejo, que no era feo, que no era distraído. Era un tipo con el que me podía sentir atraído, representado", recuerda.