Una planta nativa de países como Nueva Zelanda, Costa Rica y Japón está despertando el interés de los científicos gracias a sus efectos medicinales y recreativos similares a los de la marihuana.
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Se trata de la radula, una planta que pertenece a la familia Radulaceae, de la cual se conocen unas 300 especies.
En algunas de ellas, ya se ha comprobado la presencia de psicoactivos.
Un grupo de científicos de las universidades de Berna y Zurich, ambas en Suiza, analizaron en ratones los efectos del perrottetineno, una sustancia presente en la radula.
Su conclusión fue que aunque la planta no pertenece al género Cannabis, también puede ser considerada canabinoide «moderadamente potente, pero eficaz«.
Según los investigadores, la radula contiene una variante del THC, la principal sustancia psicoactiva encontrada en las plantas del género Cannabis.
«(En comparación con la marihuana,) difieren en términos de potencia y, posiblemente, efectos adversos«, le dice a la BBC el bioquímico Jürg Gertsch, coautor del estudio.
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Gertsch resalta que sus pruebas se realizaron con el perrottetineno de forma aislada.
«No probamos los efectos de la propia planta, podemos esperar que el contenido de perrottetineno varíe entre diferentes muestras.»
Menos daño a la memoria
Desde 1994 se sabe que algunas plantas del género radula contienen esa variante del THC. Pero, hasta ahora, no se había realizado ningún estudio con este enfoque.
Lo que los científicos hicieron fue analizar los efectos de la radula a nivel molecular, justamente para lograr definir las consecuencias toxicológicas de la sustancia.
La investigación mapeó efectos de la sustancia en 44 puntos del sistema nervioso central y concluyó que, al igual que ocurre con la marihuana, el THC de la radula puede acumularse en el cerebro.
Esta característica tiene efectos analgésicos y puede causar catalepsia e hipotermia.
Las principales diferencias entre la radula y el cannabis, sin embargo, están en algunas ventajas: al menos en las pruebas con ratones, la radula causó menos efectos adversos, por ejemplo, en la memoria.
«Es menos potente y podemos esperar menos efectos en el sistema nervioso central y, por ejemplo, en la memoria, pero todavía se necesitan más estudios para comprobarlo», comenta Gertsch.
Uso recreativo
Los científicos explican que la idea de la investigación surgió porque el uso recreativo de la planta viene siendo observado de forma pequeña pero creciente. «Hasta el momento, las especies de rádula que contienen esta variante de THC son legales en todo el mundo», subraya el bioquímico.
Obviamente, mucho más que uso recreativo, los científicos quieren entender cómo las sustancias de la radula actúan en el organismo para vislumbrar aplicaciones terapéuticas.
«Probablemente, los efectos recreativos son menos fuertes (que los proporcionados por el cannabis), pero la radula puede ofrecer una oportunidad mayor de aplicaciones medicinales».
«Creo que el compuesto de la planta podría ser usado para fines medicinales», afirma el investigador, ante la idea de que la sustancia pueda ser sintetizada industrialmente. «La planta en sí crece muy lentamente y produce sólo pequeñas cantidades del compuesto».
Tradición neozelandesa
Los investigadores suizos también observaron el uso autóctono de la planta en Nueva Zelanda, uno de los lugares donde la radula es endémica. «Puede haber una conexión etnofarmacológica», afirma Gertsch. «La radula marginata tiene una larga historia de uso tradicional«.
En el archipiélago la planta se utiliza históricamente como «rongo», la medicina tradicional maorí, basada en las propiedades de las hierbas.
Sus propiedades siempre fueron conocidas por los maestros de la cultura maorí.
Para ese pueblo, la rádula es un «taonga», que es el término que utilizan para referirse a un tesoro, un patrimonio ancestral de la cultura de Oceanía.
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