Vladimir Putin puede perder pronto una de las mayores fuentes de influencia que posee en Ucrania (y de lo que él mismo llama el "mundo ruso"): el de la Iglesia ortodoxa.
PUBLICIDAD
Para el presidente de Rusia, Ucrania se encuentra en el centro del nacimiento del pueblo ruso. Esta es, además de por su importante posición geoestratégica y el tamaño del país, una de las razones por las que Moscú quiere seguir manteniendo la soberanía espiritual sobre la antigua república soviética.
En la última década, los conflictos entre Rusia y Ucrania se han extendido al terreno económico, diplomático y hasta militar, como demostró la crisis de Crimea y la anexión rusa de la península.
Ahora, la confrontación se ha movido también al terreno religioso con la decisión del patriarca de Constantinopla, Bartolomé I, de despejar el camino para la independencia de la Iglesia ortodoxa ucraniana anunciada este jueves, Moscú va camino de perder la partida.
Un nuevo patriarcado
Durante siglos, la mayor parte de los creyentes ortodoxos ucranianos han obedecido a un mismo patriarcado (las cabezas jerárquicas bajo las que se organiza la Iglesia ortodoxa): el de Moscú. .
Pero desde los años 90, con el colapso de la Unión Soviética, quien se erigió como líder de la Iglesia ortodoxa ucraniana de Kiev, el patriarca Filaret, buscó independizar a la Iglesia ucraniana de Moscú.
Sus deseos le costaron la excomunión y la acusación de querer crear un cisma dentro de la segunda religión cristiana con más adeptos (unos 300 millones), por detrás del catolicismo, con 1.200 millones.