El 11 de septiembre de 1973, la voz de Augusto Pinochet, el general que desde ese día regiría el destino de Chile por 17 años, casi no se escuchó públicamente.
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Pinochet estaba apostado en el Comando de Telecomunicaciones del Ejército coordinando los pasos que seguirían los golpistas para derrocar el gobierno socialista de Salvador Allende.
A través de cadenas radiales, los uniformados comunicaban sus decisiones a la ciudadanía por medio de bandos leídos por voceros y mandos medios.
Su ausencia contrasta con las varias veces que Allende le habló al país ese día, sorprendentemente calmado, en discursos que sus seguidores han convertido en símbolos de entereza y conciencia política.
¿Plan o broma?
Lo que Pinochet dijo, en cambio, demoró 25 años en salir a la luz.