Un alza de impuestos siempre genera polémica. Pero cuando los países aplican los "impuestos al pecado", la discusión suele ir mucho más allá de los argumentos meramente económicos.
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Conocidos también como los impuestos a los vicios, se trata de gravámenes que afectan productos considerados negativos para la salud, como el alcohol, el tabaco y el azúcar.
Los defensores de esta carga tributaria argumentan que reduce prácticas nocivas a nivel individual y social y, además, contribuye con recursos a las arcas fiscales.
"Los impuestos al pecado son una herramienta importante para combatir problemas sociales", le dice a BBC Mundo Jonathan Gruber, economista del Massachusetts Institute of Technology (MIT).
"Está demostrado que la gente fuma menos cuando suben los precios", afirma.
De hecho, el gobierno francés anunció el mes pasado que subirá el impuesto al tabaco, dado que en otros países, como Reino Unido, la política ha funcionado.
La cajetilla de 20 cigarrillos que actualmente vale cerca de US$8, llegará a casi US$12 en los próximos tres años.