Les quedan menos de 24 horas y lo saben bien.
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Desde la medianoche que separa el viernes del sábado, ningún venezolano sin pasaporte podrá ingresar a territorio peruano, uno de los principales destinos de la masiva diáspora que huye de la grave crisis económica en Venezuela y se extiende por el continente.
Es por ello que los migrantes salidos de Venezuela que no cuentan con el codiciado documento redoblan el paso, multiplican esfuerzos para conseguir buses y aceleran en las carreteras para vencer esta auténtica carrera contra el tiempo.
El objetivo de la inmensa mayoría es ingresar a Perú a través del paso migratorio que se encuentra entre la ciudad ecuatoriana de Huaquillas y la población peruana de Tumbes.
Si lo logran, se extenderán por las decenas de ciudades de ese país donde ya se encuentran más de 350.000 de sus paisanos. Entre ellos, familiares y amigos.
Si fracasan y no cruzan la frontera a tiempo, la incertidumbre sobre su futuro será aún mayor.
Ellos dicen que lo que sucede es una injusticia porque obtener un pasaporte en Venezuela se ha vuelto casi una misión imposible o, cuanto menos, una tarea muy costosa.