En los últimos meses, Coryn y Silas se acostumbraron a mover el colchón de su cama a los demás cuartos de su casa.
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En esas habitaciones luchaban por conciliar el sueño niños menores de 9 años, todos centroamericanos, que fueron separados de sus padres migrantes indocumentados en la frontera de EE.UU.
A la residencia de la joven pareja, en el estado de Michigan, llegaron cinco menores de edad que pasaron por esta experiencia: tres de Honduras y dos de Guatemala.
"Estaban asustados de estar solos en un sitio nuevo. Los acompañábamos al lado de sus camas o nos sentábamos en una silla hasta que se quedaran dormidos", le explica a BBC Mundo Coryn, quien junto a su esposo pidió reservar su apellido con el fin de preservar la seguridad de los menores de edad a los que atienden.
Los pequeños que recibieron forman parte de los más de 2.500 menores de edad que, entre abril y junio, fueron separados de sus padres debido al endurecimiento en las políticas migratorias del presidente de EE.UU., Donald Trump.
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Pese a que la práctica de separar familias fue revertida hace casi dos meses, un informe del gobierno del jueves 16 de agosto todavía da cuenta de más de 560 menores de edad (entre 0 y 17 años) que no han vuelto con sus padres y siguen bajo custodia gubernamental.
Las agencias encargadas de las reunificaciones informaron que algunos de los adultos no son elegibles para volver con sus hijos por tener antecedentes penales o representar un peligro para el menor de edad.
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Sin embargo, la mayoría, 366 niños, no ha vuelto con sus padres porque estos fueron deportados de vuelta a sus países de origen.
Tras la separación, la mayoría de los niños fueron transferidos a instalaciones administradas por la Agencia de Reasentamiento de Refugiados (ORR, por sus siglas en inglés).
Pero otros fueron enviados a casas particulares con padres adoptivos temporales, como Silas y Coryn.
Cuestionamientos
La agencia de adopción a la cual están adscritos Silas y Coryn, Bethany Christian Services -una de las más grandes del país y que recibe fondos del gobierno federal-, fue cuestionada en días recientes por sus vínculos con la secretaria de Educación estadounidense, Betsy DeVos.
Familiares de la funcionaria trabajaron en cargos altos dentro de la agencia en años anteriores y esta recibió más de US$6 millones por parte de las fundaciones de la familia DeVos entre 1998 y 2016, según informó la Radio Pública Nacional de EE.UU. (NPR, por sus siglas en inglés).
A raíz de los cuestionamientos, Bethany dijo en un comunicado que aunque Betsy DeVos y su familia "han apoyado generosamente a la agencia antes de que Betsy fuese secretaria de Educación (…), la idea de que una persona o una organización nos haga cambiar nuestras prácticas es simplemente errada".
"No descansaremos hasta que cada niño separado de su padre que está bajo nuestro cuidado sea reunido con su familia", decía el escrito.
Dona Abbott, portavoz de la organización, le dijo a BBC Mundo que reunieron con sus padres al 90% de los niños que mantenían bajo su tutela.
En promedio, continuó, los menores de edad bajo custodia de este grupo fueron reunidos con sus padres al cabo de 66 días.
Anderson aseguró también conocer dónde está "el 100% de los padres de los niños que están bajo nuestro cuidado".
"Estos niños tienen muchos traumas que no ves en otros"
Silas y Coryn llevan más de un año cuidando de menores de edad que cruzan la frontera sin acompañantes. Pero la experiencia de acoger a niños separados de sus padres, según dicen, fue "mucho más difícil".
"Hay comportamientos que notamos en estos niños y no en otros que hemos cuidado anteriormente. Por ejemplo, algunos se orinan en la cama de repente otra vez y se quejan de síntomas físicos como dolores de cabeza o de estómago", dice Coryn.
Ella, de 25 años, y su esposo Silas, de 29, recibieron un entrenamiento para tratar con niños con posibles traumas como parte de la licencia a la que optaron con el fin de convertirse en padres adoptivos.
Sin hijos biológicos, la pareja dice que fue su religión cristiana y los viajes que han hecho a Centroamérica lo que les motivó a acoger a niños migrantes.
De más de una veintena de niños que recibieron temporalmente en su casa, los cinco que llegaron después de ser separados de sus padres estaban entre los más jóvenes (menos de 9 años de edad).
"Cuando son pequeños les cuesta entender qué pasa y por qué les separaron de sus padres", dice Coryn.
La pareja recuerda el caso concreto de una de las pequeñas, que lloraba con desespero cada vez que le ponían al teléfono a su madre, quien estaba detenida en un centro para migrantes indocumentados.
"En su mente jovencita creo que se sentía abandonada", cree Coryn. "En el tiempo que estuvo con nosotros, no habló con su madre porque era un detonante. Le decíamos que su mamá la quería mucho y que estaba muy emocionada de verla".