Cuando se trata de indicadores como el índice de la felicidad o de democracia, o estadísticas para medir la desigualdad de género, los países nórdicos suelen destacarse en los primeros lugares.
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Y en el imaginario popular, al menos, las naciones escandinavas son un mundo apacible, tranquilo, igualitario, donde la vida fluye sin mayores inconvenientes.
Pero haciendo a un lado las políticas gubernamentales o las medidas económicas que permitan que algo de esto sea posible, ¿hay algo intrínseco en la cultura escandinava que influya en este modelo de vida que se percibe como exitoso?
Al parecer sí lo hay y se llama Ley de Jante.
Un código aprendido por casi todos
La Ley de Jante es una suerte de código de comportamiento que la gran mayoría de los individuos en estas sociedades tiene internalizado.