La violencia letal que siguió a las primeras elecciones en Zimbabue desde la destitución de Robert Mugabe han deja un ambiente de tensión en un país que esperaba dejar su pasado atrás.
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El drama político en este país ha oscilado entre la euforia, la tragedia y la farsa, desde una notablemente pacífica jornada electoral, al tiroteo contra manifestantes desarmados y hasta la imagen de un presidente desconociendo las acciones de su propia policía.
Día tras día sucede lo inesperado, creando una atmósfera febril en la que se profundizan los interrogantes sobre quién realmente controla el país.
¿Será Emmerson Mnangagwa, que asumió la presidencia después de un golpe militar en noviembre y ganó las disputadas elecciones del lunes? o, ¿serán los de línea dura con el historial de prácticas brutales de la era Mugabe?
Señales esperanzadoras
Los eventos que se dieron desde la votación no han inspirado mucha fe.
Los soldados golpearon a civiles en varios bastiones de la oposición en la capital, Harare.
Conocí a un joven hombre cuyo cuerpo estaba cubierto de hematomas tras recibir una paliza del ejército cuando atacaron un bar.