Para evitar prisión o incluso la muerte, Mauli Sabo* eligió la que para él era su última oportunidad de pedir asilo en el extranjero y aprovechó el acceso sin visa a Rusia utilizando una credencial para ver el Mundial de Fútbol.
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Pero este hombre de 32 años no conocía la precaria situación de la comunidad LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales) en el país anfitrión de la Copa del Mundo.
"Pensé que estaba yendo a Europa", explica Sabo.
Él dice que no tenía ni idea de la controvertida legislación rusa, conocida como "propaganda gay", que prohíbe cualquier manifestación pública que considere normales las "no tradicionales" relaciones homosexuales, o que las iguale con las relaciones heterosexuales.
La Corte Europea por los Derechos Humanos ha considerado que esa ley viola la libertad de expresión, es discriminatoria y alienta la homofobia.