Una guardia de honor esperaba al avión en la base que Estados Unidos tiene en Osan, en Corea del Sur. En él venían los restos de decenas de soldados estadounidenses fallecidos durante la Guerra de Corea (1950-1953).
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La repatriación es el último movimiento en la prudente diplomacia entre Washington y Pyongyang. Coincide, además, con el 65 aniversario de la firma del armisticio que puso fin a la Guerra de Corea, en la que más de 320.000 estadounidenses lucharon lucharon junto a soldados de Corea del Sur y una coalición de la ONU contra el Norte Comunista.
Miles de militares estadounidenses aún están clasificados como "desaparecidos en acción".
En la cumbre de junio entre el presidente estadounidense, Donald Trump, y el líder norcoreano, Kim Jong-un, acordaron la repatriación de 200 cuerpos.
Se cree que el avión transportaba los restos de las primeras 55 personas, que tendrán que ser sometidos a pruebas forenses para comprobar que efectivamente son soldados estadounidenses. Es posible que el proceso de identificación tarde años.