Es hora de que nos sentemos a hablar sobre la verdad y la transparencia.
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Cada cierto tiempo, factores que son dispares chocan y, de repente, reconoces un patrón. No quiero que este texto resulte falso e ingenuo. He cubierto temas políticos el tiempo suficiente para saber que los políticos intentan darle a la verdad la forma que mejor convenga a sus propósitos para poder usar los hechos como armas que les den ventaja.
También sé que a los políticos les encanta la transparencia cuando juega a su favor. Pero se ha cruzado una línea en las dos últimas semanas.
Déjenme empezar por algo aparentemente pequeño.
Estaba escuchando al presidente estadounidense, Donald Trump, y a la primera ministra británica, Theresa May, en la conferencia de prensa que dieron durante la visita del mandatario norteamericano a Londres. Este hablaba sobre el Brexit cuando de repente aseguró que, un día antes de que se celebrara el referéndum sobre la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea en junio de 2016, él había predicho el resultado durante la inauguración de su campo de golf en Turnberry, en Escocia.
Di un salto en mi silla: yo había estado allí con él en ese viaje.