"Estoy acá porque queremos saldar la deuda que tenemos con las Fuerzas Armadas de la democracia".
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Desde Campo de Mayo, una de las bases militares más grandes del país, el presidente argentino, Mauricio Macri, anunció este lunes una "nueva directiva de política de Defensa".
La idea, dijo, es preparar a los militares para las amenazas del siglo XXI, que según el gobierno argentino ya no son otros Estados, sino fenómenos como "el narcotráfico y el terrorismo".
Con eso, el gobierno espera devolver a los militares el rol que perdieron tras los atropellos del régimen militar de los años 70 y 80.
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La reforma —que lleva meses rondando el debate público entre filtraciones y rumores— se quedaría en discusión de políticos y periodistas si no fuera porque muchos argentinos, desde organizaciones de derechos humanos hasta partidarios mismos del oficialismo, temen que sea una forma de aplacar las protestas sociales cuando el país atraviesa una compleja situación económica.
En noviembre, además, Buenos Aires albergará la cumbre del G20, el foro de países industrializados que se reúne cada año.
A medida que el evento se acerca la economía argentina no ha hecho sino deteriorarse.
Y la gran pregunta es cómo recibirá el país con más protestas de América Latina, en pleno ajuste económico, a los presidentes de las potencias mundiales.