Parecía un inmigrante como cualquier otro.
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Llegó a Nueva York luego de un largo y duro viaje de varios días con la intención de buscar fortuna para enviar dinero a la familia -madre y cuatro hermanos- que había dejado en su pueblo natal.
No sabía inglés y también, como tantos otros inmigrantes, fue acogido durante varios años en la casa de una hermana mayor que se había instalado en Estados Unidos antes que él.
Su legado, sin embargo, sería muy distinto al de otros.
122 años después de su llegada al centro de Castle Garden, en el extremo sur de Manhattan, su nieto se convertiría en el 45º presidente de Estados Unidos: Donald Trump.
Un emigrante económico
Friedrich Trump (o Trumpf, como fue registrado su apellido al llegar al nuevo continente) tenía 16 años de edad cuando el 19 de octubre de 1885 contempló por primera vez la bahía de Nueva York, donde por entonces aún se estaba ensamblando la Estatua de la Libertad.