"Nos enseñan que la masturbación está justo por debajo del asesinato y yo me sentía una especie de desviado sexual o pervertido por practicarla".
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Estas palabras son de David Sheppard, un británico de 27 años criado en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, cuyos fieles son más conocidos como los mormones.
Sheppard explicó en el programa de Victoria Derbyshire, de la BBC, por qué miembros actuales y antiguos están pidiéndole a la institución que deje de interrogar a niños de incluso ocho años sobre sus prácticas sexuales durante las entrevistas anuales a las que los convocan las autoridades de sus capillas.
"Sufrí con mucho sentimiento de culpa porque hice cosas que no debería haber hecho", aseguró Sheppard, que vive en Londres.
Afirmó que, desde los 12 años, el obispo lo llamaba a una habitación para realizarle una entrevista.
La Iglesia Mormona se divide en barrios o ramas que tienen a un obispo como líder espiritual. Estas entrevistas con jóvenes, según la institución, están diseñadas para prepararlos espiritualmente y asegurarse de que estén obedeciendo los mandamientos.
Suelen comenzar alrededor de los ocho años, la edad en la que se bautiza a los niños mormones, y se reanudan a los 12. Desde ese momento, se realizan al menos una vez al año hasta llegar a la adultez.
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Un interrogatorio de seis horas
El elemento más polémico de estas entrevistas se relaciona con la "ley de castidad", aunque hay obispos que optan por no hacer preguntas sobre sexo.
En la Iglesia Mormona están prohibidos el sexo fuera del matrimonio, la pornografía y la masturbación.
Sheppard dijo que entre los 16 y los 19 años tuvo "algunas novias" con quienes tuvo relaciones íntimas pero sin sexo.
"Decidí confesar lo que había estado haciendo y acabó en un interrogatorio de seis horas", añadió.
"Me hicieron preguntas como ‘¿La tocaste?’ y ‘¿La llevaste al orgasmo?".
"Incluso intentaron que les dijera los nombres de las chicas para hablar con ellas".
"En cierto momento de la entrevista me sentí enfermo con ansiedad y pedí ir al baño pero no me dejaron".
"Sentí que había perdido el control por completo".