Es como si el universo quisiera ponernos a prueba. La comida a la que más nos cuesta renunciar es frecuentemente aquella que peor le sienta a nuestro cuerpo.
PUBLICIDAD
Si a uno le dicen que tiene que dejar de comer pepino, espinacas, zanahoria… El sacrificio no pareciera tan grande. Pero ¿y renunciar a unas papas fritas o a un dulce? Hay algo que los hacen casi irresistibles.
- La ciencia del placer: por qué nos gusta lo que nos gusta
- ¿Cuáles alimentos te hacen sentir más satisfecho al tiempo que te nutren?
Pero, no, la culpa no es tuya. No es ni por falta de voluntad ni por un defecto genético. La culpa de que la comida que más nos apetezca comer sea la que más engorda la tiene el cerebro.
Un equipo investigador de la Universidad de Yale, en Estados Unidos, ha estudiado cómo nuestro cerebro responde a los alimentos y comprobado que aquellos que contienen tanto carbohidratos como grasas activan desmesuradamente su centro de recompensa.
Placer doble
Dana Small, líder del estudio publicado en la revista científica El metabolismo de la célula (Cell metabollism, en inglés) registró junto a su equipo de investigadores la actividad cerebral de un grupo de voluntarios a quienes enseñaron imágenes de alimentos con un alto contenido de carbohidratos, otros con un alto contenido en grasa y otras fotografías de productos que contenían los dos.