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La remota tribu del Amazonas a la que los celulares le cambiaron la vida

Muchas cosas han cambiado en la remota aldea de Ipatse, en la Amazonía brasileña, desde que trajeron un generador de electricidad. Ahora los drones y los celulares conviven con tradiciones ancestrales. Pero ¿por cuánto tiempo?

El sonido de las mujeres preparando la yuca para comer es el ruido de fondo del amanecer diario en la aldea de Ipatse, en el territorio indígena del Alto Xingú, en la Amazonía brasileña.

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Unas quinientas personas viven en esta aldea en medio del estado de Mato Grosso, en el centro de Brasil, en enormes casas de paja distribuidas en círculo alrededor de una enorme explanada, donde curiosamente hay dos porterías.

Además del fútbol mañanero con el que se entretienen los más jóvenes, las actividades vinculadas a la pesca y la preparación de la comida ocupan gran parte del día de los adultos.

Aunque sus habitantes viven de acuerdo a prácticas y rituales ancestrales, con vistosas danzas y pinturas sobre el cuerpo, las nuevas tecnologías también han llegado hasta este remoto lugar del Amazonas, de la mano de un generador que desde hace algunos años encienden cada noche, en cuanto se esconde el sol, para producir electricidad.

Eso le permite a las nuevas generaciones hacer cosas ajenas a la cultura tradicional como ver televisión o usar redes sociales, como Facebook, desde sus celulares.

¿Son estas tecnologías un desafío para el futuro de esta comunidad o una herramienta clave para la vida de sus habitantes?

Para entender los dilemas que estos aparatos presentan, un equipo de la BBC visitó la aldea, con el permiso de AIKAX, la Asociación Indígena Kuikuro del Alto Xingu.

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Una ventana al mundo

Además del generador de electricidad, la aldea tiene un receptor de televisión vía satélite, computadoras, televisiones y celulares inteligentes.

Kuiaitsi Kuikuro usa el sobrenombre de «Boby» en internet. Dice que tiene un perfil en Facebook desde 2012 y que usa Whatsapp desde 2015.

Boby cuenta que las redes sociales le ayudan a mantener el contacto con otros amigos kuikuro que ahora viven en Sao Paulo. Pero también a interactuar con otra gente.

«Me gusta mucho. Me gusta hablar con la gente y participar en discusiones. Me gusta publicar cosas para mostrar lo que hago y ver lo que hace el resto de la gente», le dijo este joven a la BBC.

«Me encanta. No quiero parar», dice.

«Amo mi cultura kuikuro y me gusta internet. Son cosas diferentes y las dos son buenas».

Existe preocupación en Ipazzi sobre la influencia que toda esta información del mundo exterior está ejerciendo sobre los jóvenes.

Entre los aspectos positivos de la llegada de estas nuevas tecnologías, el líder de la aldea, Afukaka Kuikuro, destaca la información sobre lo que está pasando en el exterior a la que ahora tienen acceso.

«Cuando veo a los jóvenes y veo cómo se están conectando con el mundo exterior, veo que nos pueden contar lo que está pasando ahí afuera», dijo.

Nos hablan «de los mineros, de los madereros, de las amenazas que se vienen… todo eso es bueno», explicó.

Además, los jóvenes también están utilizando aparatos electrónicos para grabar y documentar su entorno, su modo de vida, sus canciones, sus rituales, su idioma, para mostrárselo a las generaciones futuras y al mundo exterior.

El líder cree que eso ayudará a preservar su identidad étnica. Pero existe preocupación sobre la influencia que la información del mundo exterior está ejerciendo sobre los jóvenes.

Los desafíos para las nuevas generaciones

Takuma Kuikuro, uno de los líderes tribales de la aldea, es también educador en la escuela de Ipatse. Él cree que la cultura local está amenazada por la influencia del mundo externo, a raíz de la llegada del generador de electricidad, la televisión y la antena parabólica.

Para Takuma lo más importante es preservar la lengua kuikuro, que ve en desventaja ante la influencia dominante del portugués.

«Nuestra preocupación como educadores de estos niños es que si solo les enseñamos en portugués van a perder su lengua propia».

Por eso en la escuela los profesores enseñan en kuikuro e insisten en que los niños lo hablen.

Takuma cree que los jóvenes están acostumbrándose a las nuevas tecnologías a expensas de las tradiciones. Según él ya hay cambios observables como «en los cortes de pelo, en cómo ya dejaron de pintarse… los jóvenes ya no están pensando en aprender más sobre su propia cultura», describe.

«Los dos aspectos que yo noto que realmente están desatendidos son nuestra música y nuestras historias», dijo.

«Yo quiero que nuestros jóvenes interactúen con el mundo exterior pero que sean plenamente conscientes del mundo kuikuro: del lago en el que pescamos, de esta aldea, que todo esto se quede plantado en ellos como su cultura».

"Ahora usan mucha ropa, antiguamente no teníamos ropa. Caminábamos desnudos, con nuestros collares y nuestros cinturones", dice Regina.

Regina, la esposa de Takuma, también ha notado cambios en la manera de vestirse de los jóvenes.

«Ahora usan mucha ropa, antiguamente no teníamos ropa. Caminábamos desnudos, con nuestros collares y nuestros cinturones», dijo.

«Yo les pregunto a mis hijos por qué están usando tanta ropa… pero resulta que yo también la estoy usando más. Nuestros hábitos están cambiando», admite.

Un archivo cultural en medio de la selva

Takuma Kuikuro es cineasta, participó en el proyecto internacional People´s Palace Project y montó una suerte de centro audiovisual en la aldea para «documentar» los distintos aspectos de la cultura Kuikuro, en colaboración con la Universidad Queen Mary, de Londres.

Parte de este plan de documentación etnográfica incluye el uso de drones.

En un armario se almacenan más de 500 videos y audios de música, danza y lengua grabados a lo largo de varios años.

Con la colaboración de AIKAX enviaron copias a varios museos y archivos nacionales para preservar todos estos ejemplos de la cultura local.

Parte de este plan de documentación incluye el uso de drones, que le permitirá al pueblo kuikuro observar su propio entorno y legado desde una nueva perspectiva.

Como tantas otras cosas en la vida, quizás la virtud esté en el equilibrio.

«Todos nuestros parientes, los pueblos indígenas de Brasil, han perdido su cultura. Eso ya no se va a recuperar», dijo Afukaka Kuikuro.

«Esa es nuestra lucha: debemos asegurarnos de que las nuevas tecnologías que introduzcamos no destruyan nuestra cultura».


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