La semana pasada un estudio reportó que, en algún lugar de Asia, se están generando emisiones de sustancias químicas prohibidas que deterioran la capa de ozono.
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Las sustancias a la que hacía referencia son los clorofluorocarbonos (CFC-11), una combinación de flúor, carbono y cloro que se usaban en antiguos sistemas de refrigeración, frigoríficos, aerosoles y solventes, y cuyo uso se prohibió en 2006 bajo el Protocolo de Montreal.
El informe, elaborado por investigadores de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica en Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés), daba a entender que, en contra de las reglas, alguien estaba produciendo esta sustancia.
Por esta razón, argumentaban los científicos, desde hace seis años el descenso de la presencia de clorofluorocarbonos en la atmósfera se había ralentizado en un 50%.
Sin embargo, un estudio publicado un poco antes (pero que recibió poca difusión), parece haber encontrado la causa del problema.
Descuido
El lugar de origen de las emisiones, afirma el estudio liderado por Huabo Duan, de la Universidad Shenzhen en China, y publicado en la revista Environmental Science & Technology, está en China.
Pero no porque allí estén creando esta sustancia, sino porque no reciclan los dispositivos que contienen CFC-11 de forma correcta.