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Juan Carlos Cruz, denunciante del “caso Karadima”: “Castigar a los nefastos encubridores es un tratamiento de shock para obispos sordos y tontos”

El viernes fue un día trascendental para Juan Carlos Cruz. Tras 12 años buscando justicia tras denunciar abusos sexuales, los 34 líderes eclesiásticos chilenos pusieron su cargo a disposición del Papa tras comprobarse irregularidades en el manejo de las denuncias de estos y otros delitos. En conversación con BBC Mundo, el periodista cuenta por qué esto marca un antes y un después para la iglesia a nivel mundial.

Cuando Juan Carlos Cruz entró a la Capilla Sixtina la semana pasada, quedó impactado.

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No fue como las veces anteriores que había estado allí, apretado, entre una horda de turistas con cámaras tratando de sacarse selfies con "La creación de Adán". Esta vez estaba sólo él y un guía, una hora y media antes de que el sitio vaticano abriera al público. La visita la había organizado el propio papa Francisco.

"Fue impactante. Lo único que pensaba es ‘qué hago aquí’", le cuenta Cruz a BBC Mundo desde Filadelfia, donde vive.

El periodista chileno es uno de los tres denunciantes -junto a James Hamilton y José Andrés Murillo- que destaparon el "Caso Karadima", acusando al sacerdote Fernando Karadima de abusos sexuales los cuales, aseguran, fueron encubiertos por una red dentro de la cúpula eclesiástica chilena.

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A principios de mayo, las tres víctimas aceptaron la invitación personal del papa Francisco, quien quiso escuchar de primera mano las denuncias antes de reunirse con el grupo de obispos que componen la jerarquía eclesiástica chilena, a quienes citó para esta semana.

"Ahora entiendo por qué quiso reunirse con nosotros primero. Parte importante de nuestras conversaciones están contenidas en la carta que le entregó el Papa a los obispos, donde les pide la renuncia", asegura Cruz.

https://twitter.com/episcopado_cl/status/997428218725588992

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La carta a la que se refiere es la que entregó Francisco a los 34 obispos citados luego de recibir un contundente informe de dos enviados vaticanos expertos en abuso sexual que dejaron al descubierto la escandalosa forma en que se manejaron las denuncias.

En la carta, el Papa reconoce el daño causado a la iglesia chilena durante todo este proceso cuyas consecuencias "tuvieron un precio muy elevado" lo que hace "urgente" reparar este "escándalo".

La carta es clara: para ello es necesaria -aunque no suficiente- la "remoción de personas". Y este viernes, los 34 obispos citados presentaron su renuncia ante el Papa.

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En entrevista con BBC Mundo, Juan Carlos Cruz habla sobre el impacto de esta acción y el precedente que sienta para otros casos de abuso sexual en la Iglesia Católica.

¿Te imaginaste que todo esto podía terminar con la renuncia de los 34 obispos citados por el Papa?

Algo sabía, y también que los obispos estaban tratando de darle un giro a la decisión, pero el Vaticano se puso los pantalones y el mismo Papa los hizo renunciar. Porque esto no fue por la bondad y maravilla de este grupo de obispos, no, el Papa, a través de la carta que les entregó en la reunión, les dejó claro que esa era la única opción que les quedaba.

Y esto es algo inédito. Nunca antes todos los obispos de un país habían renunciado así. Y esto claramente es un precedente para otros casos alrededor del mundo.

En lo concreto, ¿puede el Papa aceptar la renuncia de toda la cúpula eclesiástica?

No puede sacarlos a todos inmediatamente, pero muy luego comenzarán a notarse los cambios. Probablemente pondrá administradores apostólicos, nuevos obispos, pero hay que darle tiempo porque tiene que encontrar reemplazos.

Lo que quiere el Papa es que esto vaya más allá de un cambio de personas. Quiere limpiar, que entre gente nueva que no esté contaminada por esta manga de delincuentes. Más allá de la cúpula, lo que tiene que haber es una intervención de los seminarios, las diócesis y que las cosas empiecen a cambiar.

Los delitos de Fernando Karadima, denunciados por Juan Carlos Cruz, José Andrés Murillo y James Hamilton, prescribieron en la justicia ordinaria. Hoy, con 87 años, vive en una residencia para ancianos en Santiago.

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