El ojo humano puede percibir millones de colores, pero no todos los reconocemos de la misma forma.
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Hay quienes no pueden ver diferencias de tono -la llamada ceguera al color- debido a un defecto o ausencia de las células en la retina que son sensibles a altos niveles de luz: los conos.
Pero la distribución y densidad de estas células también varía entre las personas con "visión normal", lo que hace que todos experimentemos el mismo color de maneras ligeramente distintas.
Además de nuestra composición biológica, la percepción del color es menos sobre lo que vemos y más sobre cómo nuestro cerebro interpreta los colores para crear algo significativo. La percepción del color pasa principalmente dentro de nuestras mentes y por ende es subjetiva y está influida por la experiencia personal.
Tomemos como ejemplo a las personas con sinestesia, que son capaces de experimentar la percepción del color con letras y números. La sinestesia es a menudo descrita como la unión de los sentidos, cuando la persona puede ver sonidos y escuchar colores. Pero los colores que escuchan difieren dependiendo del caso.
Otro ejemplo es la clásica ilusión óptica del tablero de ajedrez de Adelson. Aquí, aunque dos casillas son exactamente del mismo color, nuestro cerebro no lo percibe así.
Categorizar
Desde que nacemos aprendemos a categorizar objetos, colores, emociones y prácticamente todo aquello que sea significativo usando el mismo lenguaje.
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Y aunque nuestros ojos pueden percibir miles de colores, la manera en que nos comunicamos sobre el color -y la forma en que usamos los colores en nuestro día a día- nos obliga a incluir esta enorme variedad en categorías identificables.