Cuando estalló el levantamiento pacífico contra el presidente Bashar al Asad en 2011, que condujo a la brutal guerra civil de Siria, Khaled* era un manifestante pacífico. Mucho cambió desde entonces.
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Siria lleva en guerra siete largos años. El gobierno de al Asad se enfrenta a grupos rebeldes y yihadistas del autodenominado Estado Islámico, y múltiples países se han involucrado en el conflicto de manera directa o indirecta.
Esta es la historia de cómo un manifestante pacífico se vio envuelto en esa espiral de violencia… y acabó convirtiéndose en un asesino.
Advertencia: Este artículo contiene descripciones de tortura que podrían herir la sensibilidad de algunos lectores. Algunos nombres fueron cambiados o retirados.
Khaled no se despertó un día en la ciudad norteña de Raqa, clave en la batalla para muchas facciones, rodeado de polvo y olor a muerte y decidió convertirse en asesino.
Al él le enviaron una invitación especial.
Seis hombres recibieron órdenes de presentarse en una base área en Alepo, en el noroeste de Siria, donde un entrenador francés les enseñaría a matar con pistolas, armas con silenciadores y rifles de francotirador.
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Allí aprendieron a asesinar metódicamente, tomando prisioneros para convertirlos en sus víctimas.
"Nuestro objetivo en las prácticas eran soldados del régimen que habían sido detenidos", cuenta. "Los ponían en un lugar difícil y tú necesitabas un arma de francotirador para alcanzarlos. O enviaban a un grupo de detenidos y te pedían que le dispararas a uno sin alcanzar a los otros".
"Casi siempre los asesinatos eran llevados a cabo desde una motocicleta. Necesitabas a otra persona que condujera la moto y tú te sentabas detrás. Llegabas hasta un lado del auto de la víctima, le disparabas y él no tenía escape".
Khaled aprendió cómo seguir a la gente. Cómo "comprar" blancos a los que no podía llegar, pagándole a la gente cercana a éstos. Cómo distraer un convoy de vehículos para que un compañero asesino pudiera elegir su objetivo.
Es una educación sangrienta e inhumana. Pero a mediados de 2013, poco después de que el ejército sirio se retirara de Raqa, este aprendizaje le sirvió a los líderes de Ahrar al Sham, un grupo islamista de línea dura que intentaba gobernar el norte de la ciudad y eliminar a sus rivales.