Intensas temporadas de cacería estuvieron a punto de acabar con las ballenas jorobadas que todos los veranos llegan a la Península Antártica. Ahora, en cambio, se están reproduciendo a niveles sorprendentes.
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Desde fines del siglo XIX y la primera mitad del XX, estos cetáceos fueron el blanco predilecto de cazadores que llegaban a zonas australes.
Eran animales abundantes, cazarlos era relativamente fácil y una vez muertos flotaban en el agua lo que ayudaba de recolectarlos.
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Es imposible trazar la evolución demográfica de las ballenas jorobadas debido a la ausencia de series históricas de datos. Sin embargo, se estima que su número había decrecido a menos del 10% del total existente antes del inicio de las cacerías a gran escala.
Cambio de tendencia
La reducción de la población de ballenas jorobadas comenzó a revertirse en los últimos años.
Así lo revela un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Oregon, en EE.UU., y de otras instituciones científicas, publicado por el sitio Royal Society Open Science.