Hay pocos trabajos hoy día que los robots no sean capaces hacer, incluso aquellos más delicados, como recolectar espárragos silvestres o plantar semillas.
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En muchas ocasiones son necesarios porque los humanos no pueden -o no quieren- hacer esas labores.
Ese era el problema que tenía Marc Vermeer. Le estaba resultando difícil encontrar personas para recolectar su cosecha de espárragos blancos en los Países Bajos.
Los empleados que contrataba lo dejaban rápidamente, así que siempre estaba entrenando a gente nueva.
Los espárragos blancos necesitan ser arrancados en un momento particular, cuando todavía están bajo la tierra, o de lo contrario se vuelven verdes.
A menudo resulta complicado controlarlos y pueden dañarse fácilmente.
Así que en el año 2.000, harto de esta situación, Marc decidió proponerle un reto a Ad, su hermano inventor: que creara un robot capaz de reemplazar a los humanos en esta tarea.