La Corriente del Golfo, el sistema que hace circular las aguas del océano Atlántico hacia el hemisferio norte, se ha vuelto mucho más lento durante los últimos 150 años y está en su punto más débil en un milenio.
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Según un estudio publicado en la revista Nature, el flujo se ha reducido en un 15% en mil años.
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Esta corriente funciona como una banda transportadora que comienza su trayecto en el golfo de México y el mar Caribe, donde sus aguas cálidas van hacia el norte, volviéndose más frías hasta llegar a Europa Occidental.
Ahí se encuentran con las aguas frías de mares como el de Barents y Groenlandia.
De esa manera, se genera un ciclo en el que aguas cálidas, menos densas y más "livianas", viajan por la superficie hacia el norte y aguas frías, más densas y más "pesadas" viajan en las profundidades hacia el sur.
Este flujo constante forma la llamada Circulación Atlántica Meridional de Retorno (CAMR), que resulta esencial para regular el clima en el planeta, pues redistribuye el calor e influye en los ciclos de carbono.
Esta animación de la NASA muestra cómo circulan las corrientes del océano:
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https://www.youtube.com/watch?v=jOVvXDI0KbY
Lo que han descubierto científicos liderados por David Thornalley, del University College de Londres, es que este ciclo se ha ralentizado, posiblemente debido a que los hielos del ártico y de los mares nórdicos que se derriten están añadiendo más agua dulce al ciclo.
Este agua, como no tiene sal, es menos densa, con lo cual no se van tan fácilmente al fondo y no circula hacia el sur.
Las causas
Cuando esto ocurre, el sistema se descontrola y eso podría tener efectos como enfriar las aguas del Atlántico Norte, transformar algunos ecosistemas de aguas profundas o afectar a especies sensibles a la temperatura, como los corales o los bacalaos.
Otro efecto podría ser que se presentaran temperaturas más bajas en el noroccidente de Europa.