La isla de Boracay en Filipinas es un paraíso con playas de arena blanca y aguas cristalinas, que cada año atrae cerca de 2 millones de turistas.
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Es un destino famoso a nivel mundial pero según el gobierno filipino se está convirtiendo en un "pozo séptico".
Así la describió el presidente filipino, Rodrigo Duterte, en febrero, cuando lanzó el ultimátum de que cerraría la isla porque consideraba que ahí se estaban violando las normas ambientales.
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Duterte no es un mandatario ajeno a la polémica.
En el pasado ha causado controversia en varias ocasiones, como cuando confesó que había matado a una persona cuando era adolescente, cuando dijo que estaría feliz de "masacrar" a las personas que consumían drogas o cuando llamó "hijo de puta" al expresidente de Estados Unidos, Barack Obama.