Poco más de 8 horas: ese era el tiempo del que disponían cuatro agentes de la CIA para desarmar, fotografiar y volver a ensamblar una famosa nave espacial soviética. Necesitaban hacerlo sin dejar rastro alguno.
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Ocurrió hace 60 años. De fracasar, Estados Unidos quedaría expuesto en tiempos de tensión con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Además, se terminaría de cristalizar la idea de que la potencia de occidente estaba siendo humillada por su rival en la carrera espacial.
El plan de la Agencia Central de Inteligencia, por ende, debía funcionar a la perfección para evitar que el secuestro jamás fuera descubierto.
Y así fue.
Etapa 1: espionaje
Tras poner en órbita la Sputnik, el primer satélite artificial de la historia, y después de enviar a la perra Laika al espacio, los soviéticos dieron inicio a otro ambicioso programa espacial llamado Luna y apodado Lunik en occidente.
En septiembre de 1959, Luna 2 se convirtió en la primera sonda en impactar en el satélite natural de la Tierra y tan solo un mes después Luna 3 hizo historia al fotografiar su cara oculta por primera vez.