Me llamo Ella, tengo 26 años, y desde que tengo memoria mi madre ha sido alcohólica.
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Mi propia relación con el alcohol es compleja.
No es porque tenga un problema con la bebida. En realidad, soy muy buena para saber cuándo tomar y cuándo no.
Es más, soy una persona sociable y sé que el alcohol forma parte de varios de los recuerdos más divertidos de mi vida.
Pero también me quitó la relación con mi madre, la persona que me trajo a este mundo, quien me amó y me cuidó y juró que nunca pondría nada por encima de mí.