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¿Puede llegar la corrupción a ser buena para favorecer el crecimiento económico de los países de América Latina?

Durante décadas, la corrupción ha sido fustigada por el daño que causa a la sociedad al consumir recursos que podrían ser destinados a salud o educación. Sin embargo, estudios recientes revelan que esta podría tener un efecto dinamizador en la economía.

¿Es la corrupción un impedimento natural para el crecimiento económico?

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Esa es la tesis de un grupo de académicos que en la década de 1960 afirmaron que la corrupción era el "aceite que lubrica" los engranajes del Estado y de la economía.

Según esta corriente, ciertas prácticas ilegales o inmorales podrían ser beneficiosas para los países, mientras se mantengan bajo cierto control, y deberían ser claves para favorecer el desarrollo económico.

Durante las dos décadas siguientes, la Ciencia Política y la Economía pasarían a rechazar esa visión funcionalista de la corrupción.

Pero ahora, nuevas investigaciones realizadas en Asia y América Latina sugieren que estudiosos como Nathaniel Leff, Samuel Huntington y Colin Leys, partidarios de la tesis de que la corrupción puede tener algún lado positivo, no estaban completamente equivocados.

Desde el punto de vista de Leff, Huntington y Leys, la corrupción podría -por ejemplo- facilitar procesos burocráticos e incluso permitir la dinamización de la economía, con empresas ganando contratos, generando empleos y rentas.

 Imagen de una hombre con sombrero tomando cosas con numerosos tentáculos.
Las investigaciones hallaron una correlación positiva entre la corrupción y el crecimiento económico en Asia y en América Latina.

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