El caso tiene todos los ingredientes de una historia de espías propia de los años más oscuros de la relación entre Rusia y Reino Unido. Y las comparaciones con el sonado caso de Alexander Litvinenko son inevitables.
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La policía británica investiga lo ocurrido a Sergei Skripal, de 66 años, y a su hija Yulia, de 33, quienes se encuentran en terapia intensiva tras haber sido expuesto el domingo a una sustancia desconocida en la ciudad británica de Salisbury, en el sur de Inglaterra.