Eran las 5 de la mañana cuando Alexandra Ceranek iba en bicicleta por "una zona industrial solitaria" de camino al trabajo, como de costumbre.
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"Soy vendedora y tengo que comenzar mi trabajo muy temprano en la mañana", dice la mujer de 48 años que vive en Oberhausen, Alemania.
Se topó con dos hombres en el camino y uno de ellos la tomó de su mochila y la hizo caer de la bicicleta.
Aterrorizada, pensó que sería víctima de abuso sexual y lo único que se decía a sí misma era: "¡Tira del cordón, Alex! ¡Tienes que tirar del cordón!".
Llevaba unas bragas con una alarma que se activa tirando de una cuerda resistente hecha del mismo material que los chalecos antibalas.
"Mi corazón latía salvajemente, pero logré tirar de la cuerda y activar la alarma", dice.
"Hizo tanto ruido que los dos hombres huyeron".