En 2015 el astrobiólogo alemán Dirk Schulze-Makuch viajó junto con un equipo internacional de investigadores a uno de los sitios más inhóspitos de la Tierra: la zona más seca del desierto de Atacama, en Chile.
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Su objetivo era saber si existía vida en el lugar más árido del planeta más allá de los polos.
Y, entonces, llovió.
Ese excepcional evento que ocurre una vez por década permitió a los investigadores registrar una explosión de actividad biológica y, que incrementó sus esperanzas de que haya vida en Marte.
Según el estudio que publicó el equipo de Schulze-Makuch este lunes en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), en Atacama existe una comunidad de bacterias resistentes que pueden pasar décadas en estado latente, sin agua, para luego reactivarse y reproducirse con la lluvia.
"Otros investigadores habían logrado encontrar organismos moribundos cerca de la superficie y restos de ADN en el pasado", dijo Schulze-Makuch al periódico de la Universidad Estatal de Washington, donde es docente.
"Pero —continuó— esta es realmente la primera vez que alguien es capaz de identificar una forma de vida persistente en el suelo del desierto de Atacama".