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Cómo obligar a los niños a llevar sus propios excrementos a la escuela ayudó a Corea del Sur a resolver uno de sus mayores problemas de salud

Durante casi tres décadas, dos veces por año los niños surcoreanos debían llevar sus heces al colegio y entregárselas a los maestros. Esa campaña antiparásitos fue clave para la modernización del país.

En una persecución digna de una película de Hollywood, el 13 de noviembre pasado un soldado cruzó una de las fronteras más vigiladas del mundo en medio de los disparos de sus propios compañeros de ejército.

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Se trataba de un soldado de Corea del Norte que desertó al vecino del sur atravesando la Zona Desmilitarizada (DMZ, por su sigla en inglés), la frontera establecida al final de la guerra entre ambos países en 1953.

  1. La inusual deserción de un soldado de Corea del Norte que escapó al Sur por una de las fronteras más custodiadas del mundo

Si bien los médicos surcoreanos debieron tratar al militar por múltiples heridas de bala, lo que más les sorprendió fue lo que encontraron en su estómago.

"Nunca había visto algo así en más de 20 años como médico", dijo entonces el doctor surcoreano Lee Cook-jong, quien estuvo a cargo de la operación.



El desertor norcoreano tenía una "cantidad enorme" de parásitos en su intestino, incluyendo una lombriz de 27 centímetros de largo.

  1. "Nunca había visto algo así en más de 20 años como médico": el soldado que desertó de Corea del Norte tenía "enormes parásitos" en su cuerpo

Pero hubo una época en que los parásitos intestinales no generaban sorpresa en Corea del Sur.

Eran, según relatos de tropas estadounidenses, algo "prácticamente universal".

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Tierra con excremento

Tras la Segunda Guerra Mundial, entre 1945 y 1948, el ejército estadounidense ocupó una Corea "caótica", donde "las enfermedades se esparcían rápidamente", según un trabajo publicado el año pasado en la revista especializada Medical History de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido.

 Niños surcoreanos tapándose la boca.
Dos veces por año, los escolares surcoreanos debían llevar sus excrementos a la escuela y entregárselos a la maestra.

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