Es el patrón de los enamorados y, por eso, en muchos países estos celebran el 14 de febrero, su fecha conmemorativa. Ahora, San Valentín, un mártir cristiano de la Antigua Roma, por fin tiene un rostro.
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Este se logró mediante computación gráfica a partir de los restos mortales atribuidos al santo, que reposan en una tumba en la Iglesia de San Jorge, en Monselice, en la provincia italiana de Padua.
El verdadero rostro de San Valentín, un obispo que probablemente vivió en el siglo III, muestra a un hombre de facciones rústicas y relativamente joven, al contrario de muchas de las imágenes que son conocidas del santo, que retratan a un señor de aspecto delicado y edad avanzada.
El trabajo de reconstrucción facial de San Valentín comenzó en 2017, cuando un equipo multidisciplinar, formado por académicos de la Universidad de Padua —como Francesco Veronese, del Departamento de Ciencia Histórica, Geográfica y de la Antigüedad; Alberto Zanatta, del Museo de Anatomía Patológica, y Nicola Carrara, del Museo de Antropología— se unió al grupo de estudios arqueológicos Arc-Team.