Falmata está recibiendo un tratamiento completo de belleza.
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Sabe que va quedar hermosa, pero eso tendrá una consecuencia fatal.
Una vez esté lista, le van a amarrar un cinturón repleto de explosivos.
Falmata es una de las cientos de mujeres jóvenes, la mayoría de ellas adolescentes, que se han visto forzadas por el grupo yihadista Boko Haram a convertirse en atacantes suicidas en Nigeria.
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Todo comenzó cuando tenía 13 años y estaba de visita en la casa de un familiar en Banki, cerca de la frontera con Camerún.
Mientras caminaba por la calle fue raptada por dos hombres en una moto. Viajaron por horas por carretera adentrándose en la selva.
"En el lugar al que me llevaron había muchas carpas y casas con techos de paja", recordó, "a las chicas más jóvenes nos ponían en las carpas. En la mía había otras nueve niñas y nos tocaba dormir en unas colchonetas enormes".
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El campamento era de Boko Haram, el grupo islamista radical que lucha por la instauración de un Estado islámico en el norte de Nigeria.
Falmata intentó escapar, pero fue imposible. Y entonces se vio en una encrucijada: o se casaba con un combatiente o se iba en una "misión". Se rehusó al matrimonio: "Les dije que era demasiado pequeña para hacerlo".
Solo quedaba una opción. A la que, milagrosamente, sobrevivió.