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La extraña plaga de la danza que cobró miles de vidas en la Europa del siglo XVI

El último brote empezó en una calle de Estrasburgo con una mujer que no paraba de bailar. Decenas empezaron a hacer lo mismo, tantos que llenaron salones de baile en los que la música sonaba sin cesar a manera de cura. ¿Qué estaba pasando?

Un día de julio de 1518, en la ciudad de Estrasburgo, una mujer salió a la calle y comenzó a bailar.

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Varios días más tarde seguía bailando. En una semana, unas 100 personas habían sido consumidas por el mismo impulso irresistible de bailar.

Las autoridades estaban convencidas de que los afligidos solo se recuperarían si seguían bailando día y noche, así que los separaron y los llevaron a salones de baile, contrataron músicos que tocaran flautas y tambores para mantenerlos en movimiento, y pagaron bailarines profesionales para mantenerlos en pie.

En cuestión de días, aquellos con corazones débiles comenzaron a morir.

A fines de agosto de 1518, alrededor de 400 personas habían experimentado la locura. Finalmente fueron cargados en vagones y llevados a un santuario de curación.

No fue sino hasta principios de septiembre que la epidemia empezó a desaparecer.

La aflicción, en ese entonces, tenía el nombre de un santo en particular: San Vito. ("El martirio de San Vito", obra anónima colgada en el Museo Nacional de Varsovia, fotografiada por Maciej Szczepańczyk).

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