Una noticia estremeció la llegada de 2018 en la península coreana. Pero esta vez, no se trató de un misil o una amenaza nuclear.
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En su tradicional mensaje televisivo por año nuevo, el líder norcoreano Kim Jong-un tendió una inusitada rama de olivo a su vecino del sur.
Kim dijo que estaba considerando enviar una delegación a los Juegos Olímpicos de Invierno que se celebran en febrero en Corea del Sur. Y agregó que ambas partes deberían "reunirse urgentemente para discutir la posibilidad".
La declaración levantó sospechas, expectativas y un movimiento diplomático inusual para un día de inicios de año.
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Seúl respondió de inmediato y ofreció conversaciones de alto nivel el 9 de enero para discutir la posible participación de Pyongyang en la competencia.
El presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, afirmó que veía la oferta como una "oportunidad pionera" para mejorar las relaciones, aunque también sostuvo que el programa nuclear del norte sería el telón de fondo de cualquier discusión deportiva.
Desde Estados Unidos, el presidente Donald Trump consideró que la propuesta del Kim era una muestra de que las sanciones "y otras presiones" impuestas a Pyongyang estaban empezando a tener un impacto.
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"Quizás sean buenas noticias, tal vez no, ya veremos", escribió en Twitter.