Estados Unidos y México tienen un problema transfronterizo que no entiende de muros.
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Las aguas residuales que, de tanto en tanto, llegan a las costas del sur de California procedentes de Tijuana causan quebraderos de cabeza a ambos lados de la frontera.
La situación se agravó en febrero de este año con un vertido masivo de millones de litros de aguas negras en Tijuana que llegaron hasta las playas de San Diego.
Desde entonces, los escapes se producen con regularidad y las autoridades de Imperial Beach, la playa californiana más cercana a la frontera, les reprochan a sus homólogos mexicanos que no solucionan el problema.
Surfistas enfermos
El 12 de diciembre, una filtración en una estación de bombeo controlada por la Comisión Internacional de Límites y Aguas mexicana (CILA) hizo que se vertieran 880.000 litros de aguas de deshecho en el condado de San Diego.
Apenas unas semanas antes, en Imperial Beach saltó la alerta al detectarse otro vertido.