Durante años se asoció el calificativo de "más sucia" a la final de los 100 metros planos de los Juegos Olímpicos de Seúl.
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Incluso se escribió un libro sobre esa prueba.
Pero más allá del impacto que tuvo en la historia olímpica la imagen del canadiense Ben Johnson ganando de forma imponente y con récord del mundo aquella carrera, y su posterior descalificación por dopaje, hay otra prueba que reúne los argumentos suficientes para ocupar el lugar más alto del podio de la deshonra.