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Un amplio patio tropical de pisos azules ubicado en el Café Bunt, en Alto Prado se convierte en el escenario ideal, todos los martes, en horas de la noche, para recibir a los participantes locales y extranjeros en las sesiones de danza de ‘Quilla baila’.
“Aquí vengo a tirar pase, a olvidarme de todo por unas horas”, cuenta con pronunciado acento el ciudadano francés Titouan Leroy a PUBLIMETRO.
Desde las 7 p.m. la audiencia conformada entre 20 a 60 personas se apropian del lugar y comienzan a moverse sin control al ritmo de la música, al igual que las altas palmeras que con la brisa se elevan hasta el cielo en el descampado.
Desde hace dos años esta iniciativa creada por estudiantes de psicología de la Universidad del Norte ha conseguido cientos de seguidores tanto de la clase como fans en redes sociales.
“No nos gustan las coreografías, aquí los asistentes no vienen a aprender las danzas con pasos uniformados. Aquí vienen a sentir la música”, explicó Laura Ramírez Chantryt, estudiante de Psicología, instructora y una de las líderes de la propuesta.
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‘Quilla baila’ fue creada como un proyecto de la clase de Psicología y Negocios donde la profesora y columnista María Mercedes Botero les pedía a los estudiantes una idea novedosa que tuviera muchos adeptos en la ciudad de forma inmediata.
“Fue todo un reto porque la profesora quería que en el primer día convocáramos a más de cien personas y eso para nosotros era muy difícil. Pensamos que queríamos hacer algo con el baile y así nació ‘Quilla Baila’”, indicó Ramírez.
La primera convocatoria en el Parque de los Fundadores contó con la participación de más de doscientas personas que solo querían bailar, salir del estrés y divertirse en su tiempo libre.
“Nosotros nos basamos en que somos un proyecto social que ayuda a la comunidad a invertir sus horas libres sanamente y a la vez también hemos creado una idea de negocio sustentable porque contamos con el apoyo de varias organizaciones que nos hacen autosostenibles”, resaltó la instructora.
Las clases de ‘Quilla baila’ son totalmente gratuitas para todo aquel que desee integrarse, debido a que este proyecto cuenta con ayuda de organizaciones como Ciudadano de Honor y Gases del Caribe, entre otras.
“Hemos contado con apoyo institucional y nos invitan a hacer pausas activas en empresas y a dictar charlas sobre hábitos saludables”, resaltó Paula González, estudiante e instructora de ‘Quilla Baila’.
Con el tiempo a estas actividades se fueron integrando los extranjeros que llegan de intercambio a la ciudad y que desean conocer e interactuar con la cultura local.
“Cada seis meses recibimos a muchos extranjeros en nuestras clases porque tenemos un convenio con la organización AIESEC quienes nos promueven como una actividad alternativa en la ciudad para los visitantes”, agregó González.
¿Cómo es una clase?
Sus organizadores hacen énfasis en que la sesión es estilo libre y primero comienza con una amplia clase de calentamiento y estiramientos.
“La preparación de los músculos es primordial para realizar una gran noche y no poner en riesgo nuestro cuerpo por ello siempre comenzamos con los estiramientos”, advirtió Ramírez.
Los ejercicios se realizan a ritmo de champeta, cumbia, mapalé, bullerengue y demás ritmos tradicionales. “Nosotros les damos unas pautas a seguir pero después cuando se abre la pista cada quien interpreta los movimientos a su manera”.
La sesión es muy respetuosa para todos los asistentes tanto locales y foráneos pese a los torpes movimientos que los participantes puedan tener al intentar aprender los bailes. «No me importa hacer el ridículo porque me gusta reírme de mí mismo», aseguró el francés Leroy.
A la mitad de la clase se realiza un descanso para hidratación, porque después viene una segunda parte que incluye una descarga de salsa, merecumbé y música de verbena, que dejan a sus asistentes exhaustos, pero felices y cuyos videos luego son compartidos en redes sociales.
“Los ritmos más difíciles para mí han sido el mapalé y la champeta, pero ya llevo como 8 meses practicando y espero ahora que viaje a España poder compartir estos movimientos con mis amigos”, comentó la estudiante de intercambio francesa Sarah Clotard.
Vocabulario ‘Quillero’
Otro de los componentes de la clase, que es común para los participantes locales, es que algunos extranjeros pregunten por palabras propias del barranquillero que son típicas en la cotidianidad costeña.
“Es muy curioso porque nos preguntan por el significado de palabras muy nuestras como “ajá”, “eche”, “corroncho”, “nojoda”, entre muchas otras y recientemente nos preguntaron por la palabra “mondao” que para nosotros es estar sin un peso, pelao, sin plata”, expresó el organizador Esteban Castro, entre risas.
Una las alumnas más aventajadas de la clase es la ciudadana rusa Tatiana Shuvaewa quien aprendió rápidamente los pasos de champeta, según los instructores.
“Me encanta venir a compartir con los barranquilleros y aprender de su hermosa música y bailes porque es algo que nunca había visto o escuchado en mi país así que todo es nuevo para mí”, opinó.
Entre los planes futuros de ‘Quilla baila’ está tomarse diversos espacios de la ciudad con el baile y poder llegar a más empresas y organizaciones que deseen promover los hábitos saludables en Barranquilla.
«La idea es que todos los que disfruten de la clase lleguen a sus países siendo unos barranquilleros más», concluyó Ramírez.