Barranquilla

Los piques de la vida del Kata, el bailarín que subió la champeta a los escenarios del Carnaval

De Rebolo para el mundo fue uno de los protagonistas del Bando de Valeria.

“La música me mueve desde que nací. El sonido del tambor se confunden con el picó y con los latidos de mi corazón”, expresa el bailarín Jeiner San Juan, quien nunca imaginó que una reina del Carnaval le dedicara un capítulo de su Bando.

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El joven todavía recuerda con sorpresa cuando la soberana, Valeria Abuchaibe, lo llamó al escenario presentándolo sonoramente ante más de 10 mil espectadores en plena Plaza de la Paz. “Ya llegó el Kata: De Rebolo para el mundo”, anunció la reina.

De ese momento el joven no se acuerda bien y tiene que volver a ver los videos para creer lo que vivió en vivo. “Siempre había soñado con llevar los piques del turbo a una tarima de Carnaval y se nos dio la oportunidad con Valeria que es una reina innovadora y original. A ella le propusieron este acto y aceptó enseguida”, contó el joven.

Durante cuatro meses Kata y la reina ensayaron para la noche del Bando, el tema de champeta africana que más le gusta al bailarín ‘La mecedora’ y en ese momento sintió que toda esa vida dedicada a la danza había valido la pena. “Es algo indescriptible cuando la música me mueve y me olvido de todo lo malo”.

Regreso a la zona blanca

El profesor Pedro Díaz, es uno de los coreógrafos de espectáculos de Carnaval, con una amplia trayectoria en la Lectura del Bando. Residente del barrio Rebolo, ha sido vecino del Kata toda la vida y ha apoyado al joven como su mentor y amigo. “Siempre me ha gustado como baila desde pequeño. He visto esa pasión en el barrio cuando bailaba descalzo a ‘pata pelá’ con el picó. Ha sido un talento innato”, señala Díaz.

El coreógrafo ha creado un espacio en este barrio popular de la ciudad, el cual ha denominado ‘La esquina del sabor’, que es un lugar de paz para los jóvenes que crecen en estos sectores con población en situación de vulnerabilidad. “Allí nos reunimos con ellos, charlamos, los tratamos de orientar a que reflexionen sobre sus vidas porque a veces el picó, que es una cultura muy bella, no lleva a nada bueno”, recalcó el coreógrafo.

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Así fue la historia del Kata, quien a pesar de ser un gran bailarín cayó durante algunos años, preso en el mundo de las drogas. “Con el Kata tuvimos un proceso muy lindo porque pudimos vincularlo a que estudiara como técnico en soldadura en el SENA con el apoyo del Colegio Don Bosco y de la profesora Martha Navarro”.

La Institución Don Bosco se ha convertido en un remanso de paz para muchos jóvenes cuya única salida entre los barrios Rebolo, la Chinita y lo que algunos llaman ‘la zona negra’ es integrar las filas de las pandillas y de otros grupos al margen de la ley. “El Kata estuvo varios meses en un centro de rehabilitación y creyó en él mismo para volver de nuevo a integrarse a la sociedad en la zona blanca”, detalló el mentor del joven.

Pal’ bailador

El baile que practica el Kata es muy particular son una serie de movimientos que replican pasos de hip-hop en sus piques, que los ejecuta a la perfección gracias a su delgada figura, que contorsiona con limpios y armoniosos movimientos. “Es como si se desdoblara y se fracturara los brazos, la espalda la cadera porque tiene un estilo único y particular”, destaca Díaz.

Aunque Kata no admite el especial talento que tiene en sus piques, que son las competencias que ejecutan los bailarines de champeta africana, en las verbenas con picó. “No, yo no gano todos los piques porque cada día llegan mejores bailarines que yo”, confiesa.

A sus 25 años, el muchacho, asegura que es todo un “Bobynchero” porque es seguidor del picó ‘El Bobby’  donde bailaba como figura estelar en las verbenas de Rebolo y Las Nieves sus temas favoritos como ‘El encaramao’, ‘El ején’ o ‘El tigre’.

Lo que más lamenta es que este tipo de arte no cuenta con el apoyo que requiere esta expresión cultural porque algunos todavía la estigmatizan y desprecian señalándola por algunos actos violentos aislados que han ocurrido asociados a las verbenas.

De su oficio explica que lo más difícil es vivir de este arte, que para él es solo un hobby, que practica los fines de semana. «Mi mayor tristeza es tener que dejar de practicar y luego retomar lo que más amo hacer, pero ya no poder hacer los mismos pasos que antes hacía», reaccionó pensativo.

En la actualidad está dedicado a su labor como soldador y a su afición tiburona en la barra del Frente Rojiblanco del Junior. «Vamos al parque que es un espacio de paz a compartir y vivir la pasión por nuestro Junior que este año nos traerá la octava estrella», celebró entre risas.

El joven destaca que este año le ha traído dos grandes alegrías recibir el honor de bailar con la reina Valeria y tan solo nueve días después del Bando convertirse en papá por primera vez. «Mi hijo se llama Jeiner, al igual que yo y se ha convertido en mi mayor orgullo. Espero también poder entrenarlo en el baile desde niño cómo aprendí yo».

Para aquellos que deseen ver el baile del Kata durante los días de Carnaval, el bailarín anunció que se estará presentando en La Troja de la calle 74, el próximo domingo,  y en la ocho el resto de los días de la fiesta.

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