Como extraídos de una película de terror son los hechos paranormales que varios testigos han presenciado en el antiguo edificio de La Aduana en Barranquilla.
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Helkin Núñez Cabarcas, coordinador de procesos del Archivo Histórico del Atlántico, con sede en La Aduana declaró para el periódico Al Día que en varias ocasiones, luego de 24 años trabajando en el lugar ha visto el fantasma de una mujer indígena que camina por los corredores del edificio. «Vi algo fugaz que se perdió hacia el fondo del recinto. Asombrado decidí salir rápidamente de aquel lugar. Había visto algo en forma de mujer esconderse allí mismo, era una indígena alta, sin pies y vestida totalmente de blanco, fue muy impactante”, cuenta Nuñez al investigador paranormal barranquillero, Álvaro Palacio, quien ha investigado ampliamente el tema.
La aparición, que en Barrio Abajo la conocen con el nombre de «La Papola», que en el lengua indígena significa «mujer espectral» también ha sido vista por Carminia Soto, vecina del sector. «Dicen que ella sale desde el Centro Cívico y se mete en la Aduana por la entrada principal del edificio”, señaló la testigo.
Un gran cementerio indígena
Y es que precisamente en septiembre del año pasado durante las obras del Par Vial de la Carrera 50 que colinda con La Aduana, los trabajadores del lugar hicieron el increíble hallazgo de un cementerio indígena Mokaná que ha sido estudiado por el Museo Mapuka de la Universidad del Norte.
Pero mucho antes, en 1889, el ingeniero Antonio Luis Armenta se topó con una serie de vasijas con huesos humanos, mientras adecuaba el lugar para la construcción de unos rieles para tranvía.
Investigadores del departamento de Historia y Ciencias Sociales de Uninorte trazaron a partir del Par Vial un proyecto de arqueología preventiva que permitiera mitigar el impacto de las obras sobre el patrimonio arqueológico y registrar al máximo la información que hay en esta zona.
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En términos de cronología, según el equipo de prensa de la Universidad del Norte, se ha podido identificar a partir de objetos excavados que, probablemente, quienes habitaron el sector del Barrio Abajo eran poblaciones del período de contacto, momento en el cual llegaron los españoles a América.
“No estamos diciendo que estas poblaciones tuvieran contacto con los españoles”, comenta Javier Rivera, director del departamento de Historia y Ciencias Sociales, quien ha liderado el proyecto. “No hay fuentes históricas ni crónicas que hablen de un contacto, pero encontramos materiales españoles en los basureros indígenas. Pero es probable que por procesos de intercambio con otros indígenas estos materiales llegaran acá”.
Según las investigaciones Barrio Abajo solía ser una gran necrópolis indígena. “Como en muchos grupos indígenas del pasado, el espacio para vivos y muertos se compartía, y a estos últimos se les enterraba en el piso de las viviendas. ¿Cómo lo sabemos? Encontramos huellas de poste, que son marcas de las estructuras que formaban las casas”, sostiene Rivera.
Los arquéologos seguirán sus excavaciones a medida que avance la segunda etapa del Par Vial para seguir descubriendo más piezas perdidas del pasado de la ciudad.
Después de haber pasado por un incendio y sufrir muchas décadas de abandono, hoy el edificio de La Aduana es uno de los patrimonios arquitectónicos mejor preservados de la ciudad, que además de albergar parte del pasado de la urbe, también cuenta con otros habitantes espectrales que llenan sus noches.
PUB/L.R.
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