La reciente aparición pública de Andrés Gustavo Ricci, condenado por el feminicidio agravado de la reconocida deportista Luz Mery Tristán, ha provocado una fuerte ola de indignación en redes sociales. El hombre, sentenciado a 45 años y siete meses de prisión, reapareció en un video publicado en YouTube, en el que habla de su relación con la víctima, generando rechazo en distintos sectores de la sociedad, especialmente entre líderes de la lucha contra la violencia de género.
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Frente a la polémica, Noticias Caracol consultó al Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec) para conocer cómo un privado de la libertad puede grabar y difundir ese tipo de contenido. Según explicó la entidad, el video fue grabado el pasado 8 de abril con autorización de un juez. Dicha grabación fue solicitada por un periodista que, acompañado de un camarógrafo, ingresó al centro penitenciario con el equipo necesario para la producción del material.
Polémica por video de Andrés Ricci desde prisión: feminicida de Luz Mery Tristán reaparece en YouTube
Sin embargo, aunque la libertad de expresión es un derecho fundamental, expertos en derecho penal advierten que este derecho debe ser limitado en ciertos contextos. Señalan que, tratándose de un condenado por feminicidio, el contenido que emite debe ser estrictamente controlado para no vulnerar los derechos de las víctimas ni de la sociedad.
El video de Ricci generó rechazo generalizado, especialmente entre organizaciones de mujeres que luchan contra el feminicidio, quienes calificaron el contenido como revictimizante. Argumentan que este tipo de discursos ensucian la memoria de quienes han sido asesinadas por razones de género, y consideran que la difusión de sus palabras constituye una falta de respeto hacia Luz Mery Tristán y su familia.
En el clip, Ricci rompe el silencio sobre el crimen ocurrido el 4 de agosto de 2023, dirigiéndose directamente a los hijos de la víctima. “Para mí sería lo más bello poder decirles, mirándolos a los ojos, para tratar de agregar algún valor... que por lo menos ellos en su mente, en su alma y en su espíritu, tengan que Andrés no tuvo la intención, no quiso, ni fue su pretensión acabar con la vida de mamá”, expresó en tono reflexivo.
En los primeros minutos del video, Ricci califica la muerte de Luz Mery Tristán como “un accidente” y “un acto de irresponsabilidad”, pese a haber sido hallado culpable de feminicidio agravado por la justicia. “Le pido perdón a la familia de Luz Mery, a la sociedad, a mis amigos y a mis demás familiares por haber cometido un error de este calibre”, dijo.
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A lo largo del video, insiste en que su actuar no fue premeditado. “Siempre será mi realidad hasta el día de mi muerte que nunca quise causar el deceso ni la muerte de Luz Mery. No se me hubiera pasado nunca por la cabeza”, afirmó, aunque reconoció que debe asumir las consecuencias de sus actos: “Sé que tengo que asumir, como lo he hecho desde el primer día. He aceptado mi responsabilidad, pero no el delito al que he sido condenado”.
“Tengo que responder a la sociedad y tratar de pagar algo que no se podrá pagar nunca del todo porque Luz Mery no va a volver”, agregó.
El contenido ha sido fuertemente cuestionado y numerosos colectivos piden no reproducir ni difundir el video, señalando que representa una revictimización y una forma de exposición mediática nociva. Además, se insiste en la necesidad de que el Estado garantice que los espacios penitenciarios no se utilicen para amplificar voces que puedan agravar el dolor de las víctimas.
Mientras tanto, el caso sigue despertando un profundo debate sobre los límites de la libertad de expresión de personas condenadas por crímenes de violencia de género, así como sobre las responsabilidades éticas y legales de los medios de comunicación y las instituciones frente a este tipo de situaciones.