El caso del asesinato de Jaime Esteban Moreno, estudiante de la Universidad de los Andes, continúa revelando capas de tensión pública y versiones encontradas, mientras los reflectores apuntan a un posible submundo de peleas clandestinas en el que habrían participado los señalados Juan Carlos Suárez y Ricardo González antes de los hechos. Sin embargo, un reciente pronunciamiento de los abogados del Before Club, lugar donde supuestamente se realizaban ese tipo de actividades, busca frenar especulaciones y desligar al establecimiento de cualquier vínculo con la agresión que terminó con la vida del joven universitario.
La sospecha surgió porque el Before Club, ubicado en la calle 63 con avenida Caracas, había promovido hasta julio de este año eventos conocidos como “War Night Rave”, encuentros nocturnos que combinaban música electrónica y espectáculos de artes marciales mixtas. Ante esta relación, varios sectores asumieron rápidamente que los presuntos agresores habrían tenido participación previa o entrenamiento dentro de esos escenarios.
Defensa del Before Club rechaza señalamientos y pide no relacionar su evento con el crimen de estudiante
No obstante, los abogados del establecimiento y de los organizadores de los eventos rechazaron la versión. En un comunicado formal, aseguraron que Juan Carlos Suárez y Ricardo González no participaron en dichas actividades y que, además, las noches de pelea no eran improvisadas ni clandestinas, sino competencias con deportistas profesionales y controles estrictos.
El comunicado fue firmado en nombre de Carlos Lara Castañeda, representante legal de la marca “War Night Rave” y socio de Predator Fight Club, organización que patrocina entrenamientos y exhibiciones de combate deportivo. Lara Castañeda explicó que los participantes en estos eventos provenían de academias especializadas, gimnasios de boxeo, escuelas de kickboxing y disciplinas afines, con experiencia certificada y supervisión adecuada. Según él, se trataba de atletas preparados y no de peleas improvisadas entre civiles sin entrenamiento.
Para reforzar su versión, los abogados insistieron en que los eventos contaban con documentación legal, pólizas de seguro para peleadores, presencia de personal médico acreditado, servicio de atención ambulatoria, autorizaciones de derechos de imagen y contratos formales. Estas aclaraciones apuntan a contrarrestar la percepción de que en el lugar se promovía la violencia fuera de la ley o se facilitaban agresiones descontroladas entre asistentes bajo efectos de alcohol o drogas.
De hecho, el comunicado enfatizó que existía una prohibición estricta de participación para cualquier deportista que se presentara en estado de embriaguez o bajo el efecto de sustancias psicoactivas, una regla que, según los organizadores, es estándar en el mundo del combate profesional y responde a criterios de seguridad y respeto por la integridad física.
En relación con la muerte de Jaime Esteban Moreno, el pronunciamiento fue categórico:“El fallecimiento del señor Jaime es una tragedia profundamente lamentable; los actos de terceros agresores que se han señalado son totalmente ajenos a War Night Rave, a Predator Fight Club y a Before Club”.
La reconstrucción de la noche de Halloween
Jaime Esteban Moreno, de 20 años, cursaba séptimo semestre de Ingeniería de Sistemas en la Universidad de los Andes. El 30 de octubre salió a celebrar Halloween en una fiesta con compañeros. Su noche terminó de forma violenta a las 3:04 de la madrugada del día siguiente, cuando cámaras de seguridad registraron el momento en que fue golpeado brutalmente por un grupo de personas en vía pública.
El joven fue trasladado al Hospital Simón Bolívar, donde falleció a causa de un trauma craneoencefálico severo.
El principal señalado es Juan Carlos Suárez Ortiz, estudiante de 19 años, quien fue capturado e imputado por la Fiscalía General de la Nación con el delito de homicidio agravado. Suárez no aceptó los cargos.
La investigación también apunta a Ricardo González, quien aparece en los videos de la agresión. González no ha sido ubicado; se sabe que sería de origen cartagenero y trabajaba en un negocio de venta de perros calientes en San Victorino. Su búsqueda continúa.
El testimonio clave proviene de Juan David, amigo de la víctima, quien relató que Suárez Ortiz, disfrazado con el rostro pintado de rojo y negro, golpeó por la espalda a Jaime, derribándolo sin aviso previo. Según su versión, dos mujeres acompañaban al agresor, una de ellas vestida como Kitana, personaje del videojuego Mortal Kombat, señalaba y acusaba a Jaime de supuesto acoso, acusación que no está verificada y que para la Fiscalía podría haber servido como pretexto para justificar la violencia.
Otros testigos reforzaron esta versión, describiendo cómo el grupo persiguió nuevamente a Jaime, lo rodeó y lo golpeó repetidamente, incluso cuando ya se encontraba en el suelo e indefenso. Declaraciones coinciden en que la mujer de azul incitaba la agresión con frases como: “Yo le hubiera pegado más”, buscando avivar la brutalidad del ataque.
Una testigo que observó los hechos desde un segundo piso afirmó que, además de Suárez, otro joven con “orejas de conejo” también participó en la golpiza, elemento que confirma la participación colectiva.
La Fiscalía sostuvo que las imágenes de seguridad muestran que la víctima no opuso resistencia y que fue perseguida, derribada y golpeada de manera desmedida y cobarde hasta quedar inconsciente.
La conexión que se intenta despejar
La rapidez con la que algunos relacionaron el crimen con las peleas clandestinas responde, en parte, a la estética visual y verbal del grupo agresor: disfraces asociados a la cultura del combate, gestos de desafío, lenguaje competitivo y búsqueda de aprobación entre pares. Para varios sectores de la opinión pública, esto evocó la idea de una violencia ritualizada, aprendida o ejercida previamente.
No obstante, con su comunicado, los representantes del Before Club buscan evitar que el caso derive en una estigmatización de los espacios deportivos y de los entrenamientos de artes marciales, señalando que promover el combate profesional no es promover la violencia callejera.
La investigación sigue avanzando y la Fiscalía busca esclarecer la participación exacta de cada involucrado, así como determinar si existió premeditación, motivación grupal o agravantes adicionales.
Mientras tanto, la familia de Jaime Esteban Moreno exige que el caso se mantenga enfocado en lo esencial: la verdad, la justicia y la reparación.

